Crítica de Assassin's Creed: Brahman

Assassin's Creed abandona la Rusia de comienzos del siglo XX y al Asesino Nikolai Orelov y continúa en el mundo del cómic con Assassin's Creed: Brahman, una historia desarrollada en la India con nuevos personajes pero siguiendo la guerra entre Asesinos y Templarios de fondo.


Argumento

Como viene siendo habitual en la saga Assassin's Creed, ya sea en los videojuegos o en los cómics, tienen lugar dos historias paralelas. Por una parte en el presente encontramos a Jot, un empleado de una empresa contratada por Abstergo en la India para trabajar en el proyecto Brahman, un producto de entretenimiento de realidad virtual de cara al público y que se basa en vivir experiencias del pasado a través de la genética... o eso es lo que el protagonista cree en un principio. Jot vive una vida de ensueño con su prometida, Monima Das, quien además es una superestrella de cine y que está muy interesada en el trabajo de su pareja.

Al mismo tiempo en 1839 se encuentra el reino de Amritsar donde el Asesino, Arbaaz Mir, junto con su sirviente esclavo buscan la famosa y preciosa joya Koh-i-Noor, la cuál podría ser un Fragmento del Edén.

El lector desde el primer momento es consciente del ritmo frenético de la historia ya que se va saltando de una historia a otra muy deprisa hasta el punto de que en una misma página puede haber hasta varias viñetas de la parte del presente y otras tantas del pasado pero sin llegar al punto de abrumar o hacer que deje de seguir el hilo de la trama.


También hay que destacar que al contrario que en otras historias de la saga hay cuestiones que no están del todo claras durante el transcurso de la lectura y que solamente se resuelven al final. Y es que no está del todo claro de qué protagonista del presente es antepasado el Asesino de la India, cuál es la funcionalidad de la joya que todos buscan o qué llega a pasar con la tecnología Brahman.

Curiosidades

Brahman a diferencia de otros cómics muestra la tecnología que emplean ambas facciones en el presente. Las espadas han sido sustituidas por tecnología más avanzada como pistolas que disparan haces de calor y cascos con visores rojos capaz de descubrir a personas invisibles. Sí, invisibles, ya que la habilidad del sigilo propia de los Asesinos ha llegado a tal punto que tienen un dispositivo capaz de hacerlos invisibles.

El contexto y ambientación también ofrece un aire fresco y renovado a la saga. El Asesino emplea armamento propio de la época como el chakar, un disco con bordes afilados, y armas no tan conocidas como una hoja oculta que se divide en tres.


El cómic también muestra las intrigas propias de palacio y conspiraciones para hacerse con el poder, las clásicas bóvedas subterráneas de tesoros así como elementos de Assassin's Creed como la infiltración, los giros en la trama y combates frenéticos con parkour de por medio. Se deja a un lado los entornos naturales y se optan por escenarios urbanos como los primeros videojuegos de la saga.

Respecto al dibujo, a cargo como viene siendo habitual por Karl Kerschl y Cameron Stewart, está muy logrado la parte del presente en el que predomina el azul oscuro y una mayor cantidad de detalles, al contrario que en la parte de la India donde el color predominante es el rojo. Los palacios y escenarios de la India están muy cuidados aunque hay viñetas, sobre todo con primeros planos de los personajes donde el fondo es un color uniforme sin objetos aunque no es desagradable a la vista.

En resumen, los seguidores de Assassin's Creed deberían por 12 euros echarle mano a este cómic ya que tiene una historia autoconclusiva y desconocida hasta la fecha y que engancha desde el primer momento, todo en un contexto histórico novedoso como es la India de 1839.


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