Análisis de MediEvil (remake para PlayStation 4)


Analizamos el regreso de Sir Daniel Fortesque a PlayStation 4 con el remake de su aventura original, un lavado de cara gráfico en una aventura de plataformas cargada de nostalgia.

Lo admito. No fue de aquellos que llegó a disfrutar de MediEvil en 1998 cuando se lanzó para PS One. Ni recuerdo el motivo de por qué no adquirí este juego teniendo en cuenta mi afición por los juegos de acción. La cuestión es que el destino quiso darme una segunda oportunidad y saldar esta cuenta pendiente. El destino y sobre todo la tendencia que está habiendo últimamente de desarrollar remakes de viejas glorias como Resident Evil 2 o, próximamente, Final Fantasy VII, ha permitido que pueda jugar al remake de uno de los juegos más queridos por los fans de la PlayStation original. No obstante, con esta adaptación Sony ha conseguido completar la traída de vuelta del trío de personajes icónicos de dicha plataforma, la cuál comenzó con Crash Bandicoot y Spyro The Dragon.


MediEvil lleva al jugador a Gallowmere, una tierra medieval con toques del universo de Tim Burton, sobre todo a Pesadilla antes de Navidad, (de hecho no son pocos los elementos del juego que nos hacen recordar a este director de cine). En este lugar si hay un nombre que destaca por encima de los demás es el de Sir Daniel Fortesque, un caballero considerado como un héroe por dar su vida para poder derrotar al brujo Zarok y frustrar su intento de conquistarlo todo. La cuestión es que como suele pasar con las leyendas, la realidad fue muy diferente ya que Sir Daniel fue el primero en morir en la batalla cuando una flecha le impactó en el ojo, privándole de la posibilidad de entrar en combate. Fue el rey quien decidió ‘maquillar’ la historia para evitar el bochorno de su caballero. Cientos de años después el brujo Zarok vuelve con sus ansias de conquista intactas y lo primero que hace es resucitar a los muertos, incluido el esqueleto de Sir Daniel, el único que puede hacerle frente y de paso poder convertirse en ese héroe del que hablan las canciones

Puede parecer que estamos ante un juego cargado de épica pero en realidad es una aventura cargada de humor y burlas al género medieval y de fantasía, empezando por el personaje, un esqueleto con armadura que ni siquiera puede hablar y solamente gesticular. Sir Daniel recibe ayuda de espíritus de sus camaradas en la batalla, cada uno con una personalidad diferente, entre los que destaca -y esto es una valoración personal basada en mi lugar de procedencia- uno con acento andaluz sumamente exagerado.


La principal mejora la encontramos en el apartado gráfico. En ese punto la evolución es brutal sobre todo si la comparamos con la del juego original. Esto es posible ya que se ha incluido un nuevo coleccionable, dar descanso a diferentes almas repartidas por los niveles del juego, que de conseguirlo se desbloquea la versión de 1998. Quitando esto estamos ante un juego idéntico. Los niveles son prácticamente lineales, basados en la exploración para recoger accesorios que nos permita avanzar. También hay momentos de plataformas y combates, importantes si queremos rellenar el cáliz que hay en cada nivel gracias a los enemigos que venzamos. De lograrlo podremos obtener nuevo equipamiento.

El tema de las armas es un aspecto que más chirría en MediEvil y me explico. Ante nosotros tenemos un buen arsenal de armas, lanzas, espadas, porras, guanteletes con rayos (que no se por qué me ha recordado al de Thanos cuando lo levantaba y usaba), armaduras a prueba de fuego, dagas, etc. La cuestión es que tampoco se requiere tal número de armas ya que al final acabamos usando las mismas y con las que más cómodos nos sintamos, pudiendo equipar dos de forma simultánea: una principal y otra secundaria. Los enemigos no es que ofrezcan un desafío considerable, ni siquiera los enemigos finales, los cuales, una vez entendida su estrategia y los pocos ataques que tienen, se vencen en un coser y cantar.


Podemos decir que la curva de dificultad de este juego es muy descendente a las pocas fases de haber iniciado la partida. Si a esto le sumamos que conforme avanzamos iremos desbloqueando frascos para tener más vida y mejores armas, MediEvil se convierte en un paseo. Su duración estimada es de diez horas de historia principal, las cuales se pueden alargar ya que se invita a la rejugabilidad si queremos desbloquearlo y hacer todo lo que se nos propone, sobre todo el coleccionable nuevo que antes comentaba de cumplir el último deseo de las almas en pena.

Personalmente me quedo, no obstante, con los niveles, tanto su diseño como su temática. Con Sir Daniel he podido pasear por cementerios, campos de maíz, fortalezas, barcos voladores, ciénagas, poblados llenos de dementes y fábricas un tanto futuristas para la época que nos ocupa. Escenarios que junto a los enemigos, sobre todo esas calabazas desesperadas por atacarnos, ofrecen la sensación de estar en una película de Tim Burton. Finalmente, el apartado sonoro es una maravilla, sobre todo la banda sonora y un doblaje que llega doblado al castellano, y andaluz con determinado personaje


Conclusiones

Con todo lo visto, ¿merece la pena adquirir MediEvil para PlayStation 4? La respuesta es sí. Si nunca jugaste al título original, tienes la oportunidad de hacerlo ahora y disfrutar de una aventura bastante bien en duración y jugabilidad para su precio, 30 euros, y que te sacará no pocas sonrisas. Si, por el contrario, ya formó parte de tu catálogo de juegos de PS One, adquiérelo igualmente nada más que por la mejora que ha habido con su apartado gráfico ya es razón para hacerlo. Eso y poder revivir uno de los clásicos más divertidos de la familia de personajes creados por Sony.


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